Aunque se trata de una de las denominaciones menos comunes en circulación, algunos ejemplares antiguos pueden alcanzar cifras sorprendentes en el mercado de coleccionismo
No es raro que, al recibir un billete de 2 dólares, alguien decida guardarlo. Para muchos es simplemente curioso. Para otros, una superstición. Pero para los coleccionistas, ciertos ejemplares pueden convertirse en auténticos tesoros. Especialmente si pertenecen a una serie muy concreta y presentan ciertas características clave. ¿El valor? Hasta 20.000 dólares, dependiendo del estado de conservación y del número de serie.
Aunque actualmente circulan billetes de 2 dólares, esta denominación ha sido históricamente poco utilizada. Se emitieron por primera vez en 1775 como parte de la moneda continental y, con los años, han experimentado varios rediseños. No fue hasta 1928 cuando adoptaron las dimensiones actuales, momento en el que también se consolidó la imagen del tercer presidente de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, en el anverso.
¿Qué hace valioso a un billete de 2 dólares?
La clave está en varios detalles. El billete más codiciado es el de la serie 1928-G, con un sello rojo en el lado izquierdo. Esta combinación concreta, junto con un buen estado de conservación, lo convierte en una pieza altamente buscada por los coleccionistas.
Este diseño fue elaborado por Charles Bert, con la imagen de Jefferson en el anverso y una ilustración de su residencia, Monticello, en el reverso, obra del grabador Joachim C. Benzing. A partir de 1953, el sello rojo se trasladó al lado derecho del billete, un cambio que permite distinguir las versiones más antiguas con facilidad.
Además del sello y la serie, otro elemento que puede disparar su valor es el número de serie. Si el billete cuenta con un número compuesto en su mayoría por ceros —como “00000001” o similares—, su rareza se multiplica. Este tipo de secuencias tan poco comunes son extremadamente valoradas en el mercado especializado.
Un valor que depende del estado y la demanda
Como suele ocurrir con este tipo de objetos, el estado de conservación es determinante. Un billete sin dobleces, con los bordes intactos y colores bien preservados puede alcanzar precios muy superiores a uno similar pero deteriorado.
Por eso, si alguien encuentra uno de estos ejemplares en casa, conviene revisarlo detenidamente antes de descartarlo como un simple recuerdo. Podría tratarse de una pieza única cuyo valor multiplica por miles su valor nominal.